¿Qué es el efluvio telógeno y en qué consiste?
Cuando hablamos de alopecia, pocas personas saben qué es y en qué consiste el efluvio telógeno. En este artículo te explicamos las bases de este problema. Sus factores. Cómo se lleva a cabo el diagnóstico o si existen medidas para paliar este tipo de pérdida de cabello. Pero empecemos por el principio.
¿Qué es el efluvio telógeno?
En términos médicos, se conoce como efluvio telógeno a uno de los tipos de alopecia más comunes después de la alopecia androgénica. Su origen se debe a una anomalía en el ciclo de crecimiento del cabello. Lo que da origen a una perdida excesiva de pelos en la fase telógena.
Precisamente si atendemos a la etimología de la palabra efluvio, esta procede del latín effluvium (ex: fuera y fluo: fluir, emanar). Significa desprender o soltar. Es decir, nos encontramos con una caída de pelo más intensa de lo normal. Según la fase del ciclo que esté alterada, hallamos el telógeno y anágeno, aunque solamente nos centraremos en el primero.
Los factores que pueden desencadenar el padecer un efluvio telógeno son diversos. Estrés psicológico -originado por un duelo, una separación o una mudanza-. Anticonceptivos hormonales, infecciones agudas, parto, fiebre alta, algunos fármacos -enalapril, la levodopa, la carbamacepina, el litio, algunos beta-bloqueantes, el interferón o la ciclosporina-, dietas hipocalóricas o restrictivas de determinados aimentoa, intervenciones quirúrgicas, hipertiroidismo e hipotiroidismo.
En lo tocante al momento en el que sucede, se presenta de dos a cuatro meses después de que la causa detonante haya actuado sobre la fase telogénica del folículo piloso.
¿Es recuperable?
Cuando el factor causante cesa, lo normal es que se produzca la recuperación total. Mientras que cuando la causa que origina este tipo de alopecia no está clara se denomina efluvio telógeno idiopático, los dos tipos habituales son el agudo y el crónico. El primero es una caída difusa y reversible, más brusca y repentina que la calvicie común o alopecia androgénica.
¿Cómo se diagnostica?
El problema se diagnostica habitualmente mediante exploración física y anamnesis -tracción suave que permitirá saber cuántos cabellos se desprenden de golpe-. También se pueden realizar estudios analíticos o pruebas diagnósticas más complicadas en los casos en los que no se tenga claro si hay enfermedades no diagnosticadas.
Como decimos, son raros los casos en los que se produce una alopecia universal, aunque todo depende de la duración y gravedad de la causa, así como de la cantidad de folículos afectados. Por ejemplo, ante la anemia se deberá incrementar o suplementar hierro, mientras que un efluvio telógeno propiciado durante el postparto se pueden precisar ciertos complejos vitamínicos.
Conservar la calma e intentar reparar el estrés psicológico es fundamental dentro del proceso, ya que la preocupación puede perpetuar el efluvio telógeno y cronificarlo, algo que se sucede en personas con cuadros depresivos, ansiedad, trastornos alimentarios o cáncer.
Lo normal es que no exista de todos modos un daño irreversible en la raíz del pelo y que en un período entre seis y doce meses tras la suspensión de la causa el paciente se recupere. Un síntoma visible de ello es la aparición de nacimiento de cabello, plasmada en pequeños pelos finos y cortos en el borde del cuero cabelludo.